El agua ha sido siempre un tema importante en el arte. Velázquez, el gran pintor español, utiliza el recurso para representar la sabiduría en el "Aguador de Sevilla"
El tiempo nos permite reconocer cuales son los valores que perduran en la historia de la humanidad, el concepto de arte como representante de las realidades sociales fué siempre una constante. Como lo aclara George Bernard Shaw en su frase "Los espejos se usan para ver la cara, pero el arte se usa para ver el alma". También Beverly Sills explica elegantemente el valor del arte al decir que es la firma de la civilización.
Posiblemente sea una obra maestra de su etapa "sevillana". Aparecen dos figuras en primer plano, un aguador y un niño, y al fondo un hombre bebiendo un jarro, por lo que se ha sugerido que podría representar las tres edades del hombre. Velázquez sigue destacando su vibrante realismo, como demuestra en la mancha de agua que aparece en el cántaro de primer plano; la copa de cristal, en la que vemos un higo para dar sabor al agua, o los golpes de jarro de la izquierda, realismo que también se observa en las dos figuras principales que se recortan sobre un fondo neutro, interesándose el pintor por los efectos de luz y sombra. El colorido que utiliza sigue una gama oscura de colores terrosos, ocres y marrones, una verdadera obra de arte para disfrutar y aprender.
El tiempo nos permite reconocer cuales son los valores que perduran en la historia de la humanidad, el concepto de arte como representante de las realidades sociales fué siempre una constante. Como lo aclara George Bernard Shaw en su frase "Los espejos se usan para ver la cara, pero el arte se usa para ver el alma". También Beverly Sills explica elegantemente el valor del arte al decir que es la firma de la civilización.
Posiblemente sea una obra maestra de su etapa "sevillana". Aparecen dos figuras en primer plano, un aguador y un niño, y al fondo un hombre bebiendo un jarro, por lo que se ha sugerido que podría representar las tres edades del hombre. Velázquez sigue destacando su vibrante realismo, como demuestra en la mancha de agua que aparece en el cántaro de primer plano; la copa de cristal, en la que vemos un higo para dar sabor al agua, o los golpes de jarro de la izquierda, realismo que también se observa en las dos figuras principales que se recortan sobre un fondo neutro, interesándose el pintor por los efectos de luz y sombra. El colorido que utiliza sigue una gama oscura de colores terrosos, ocres y marrones, una verdadera obra de arte para disfrutar y aprender.
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